Cuidador , Una labor esencial y poco reconocida

En el día a día de muchas familias, especialmente en aquellas donde hay personas mayores o con dependencia, existe una figura clave que sostiene el bienestar de los seres queridos: las cuidadoras y cuidadores no profesionales. Se trata, en la mayoría de los casos, de familiares que, sin tener formación sanitaria ni experiencia previa, asumen la responsabilidad de cuidar, acompañar y atender a quienes más lo necesitan.

Este tipo de cuidado es habitual y cada vez más frecuente, debido al envejecimiento de la población, la falta de recursos públicos y la imposibilidad económica de muchas familias para acceder a servicios profesionales de atención domiciliaria. Sin embargo, a pesar de su presencia constante en los hogares, estas cuidadoras y cuidadores siguen siendo invisibles para gran parte de la sociedad, e incluso para las propias instituciones.

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¿Quiénes son las cuidadoras y cuidadores no profesionales?

Las personas que asumen este rol suelen ser hijas, esposas, hermanas, nueras o incluso vecinas muy cercanas. En menor medida, también encontramos hombres que se convierten en cuidadores de sus padres, cónyuges o hermanos. Lo común en todos los casos es el vínculo emocional con la persona dependiente, lo cual añade una carga adicional: el desgaste afectivo.

Su labor no se limita a tareas básicas como la higiene, la alimentación o la administración de medicación. Muchas veces también se ocupan de movilizar al paciente, coordinar visitas médicas, gestionar trámites y, sobre todo, brindar contención emocional constante. Todo ello, sin remuneración y con escasos momentos de descanso o autocuidado.

Ventajas y desventajas de esta figura

Una de las principales ventajas es la cercanía emocional. Las personas dependientes suelen sentirse más cómodas y seguras al estar acompañadas por alguien de su entorno. También hay una mayor disposición afectiva, empatía y conocimiento profundo de sus hábitos y preferencias.

Sin embargo, esta relación también presenta importantes desventajas. La falta de formación puede llevar a errores en la movilización, en el manejo de medicamentos o en la atención de patologías específicas como Alzheimer, Parkinson o ictus. Además, muchas cuidadoras acaban desarrollando problemas de salud mental derivados del estrés, la ansiedad o el agotamiento físico, lo que se conoce como el síndrome del cuidador quemado.

Datos que reflejan una necesidad urgente

Un estudio realizado por Merck sobre cuidadores familiares en España revela datos preocupantes:

  • El 24% de los encuestados afirma necesitar más recursos para desempeñar su labor.
  • El 19% desea contar con apoyo externo profesional.
  • El 17% siente que necesita formación especializada.
  • Y un 7% considera imprescindible recibir atención psicológica para cuidar de su propia salud mental.

Estas cifras confirman lo que desde Dependalium observamos a diario: muchas cuidadoras y cuidadores se enfrentan a esta responsabilidad sin preparación, sin apoyo institucional suficiente y, en la mayoría de los casos, sin reconocimiento alguno.

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La importancia del apoyo profesional

En Dependalium creemos que cuidar no debe ser una carga que una sola persona lleve a cuestas. Por eso, ofrecemos servicios profesionales de asistencia domiciliaria en Madrid y Barcelona, pensados tanto para personas dependientes como para quienes las cuidan.

Nuestros cuidadores profesionales están formados para atender a personas con diferentes grados de dependencia, adaptándose a las necesidades físicas, emocionales y médicas de cada caso. Además, trabajar con profesionales permite que las cuidadoras familiares puedan descansar, recuperar su bienestar y preservar una relación más sana con su familiar.

¿Por qué combinar el cuidado profesional y familiar?

Porque no se trata de sustituir, sino de acompañar. Las cuidadoras no profesionales seguirán teniendo un papel esencial en el entorno familiar, pero con el respaldo adecuado pueden ejercer ese rol de manera mucho más saludable. Combinar ambos tipos de cuidado permite mejorar la calidad de vida tanto de la persona dependiente como de quien la atiende.

La ayuda externa no solo alivia la carga física, sino también la emocional. Disponer de unas horas de respiro, contar con asesoramiento profesional o tener a alguien que guíe en los momentos difíciles, marca la diferencia.

En conclusión

Ser cuidadora o cuidador no profesional es un acto de amor, pero también puede convertirse en una fuente de sufrimiento si no se cuenta con las herramientas necesarias. En Dependalium, estamos comprometidos con dar visibilidad a esta figura y ofrecer soluciones reales que marquen un antes y un después en su bienestar.

Si estás en esa situación, o conoces a alguien que lo esté, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Nuestro equipo puede ayudarte a encontrar el equilibrio entre cuidar y cuidarte. Porque nadie debería sentirse solo mientras cuida.